martes, 16 de abril de 2013

Carta de hta Maria Chiara y su consejo

Queridas hermanitas:


            Con profunda emoción, compartimos con todas ustedes la gran alegría y  acción de gracias por los acontecimientos que, como un viento nuevo, parecen querer sacudir y despertar a la Iglesia… y despertarnos para volver a darnos coraje, fuerza y esperanza en nuestro camino de seguimiento de Jesús.


Primero, fue el 11 de febrero: la decisión de renunciar de Benedicto XVI. Gesto que en su profunda humildad y gran lucidez, se reveló ya como profético. Ese gesto permite hoy a la Iglesia, a nosotras, entrar en una etapa inédita. Nos invita a barrer nuestros miedos y estancamientos, nuestros inmovilismos y sobretodo nuestra incapacidad de esperar lo nuevo, de desearlo y creer que es posible.

            Qué es lo que puede decirnos este gesto hoy, a la Fraternidad, a cada una de nosotras personalmente? Cómo podemos comprender y aplicar a nuestra realidad la fuerte interpelación de estas palabras de Benedicto XVI: “Siempre he sabido que en esta barca estaba el Señor y siempre supe que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino de Él, y que Él no la deja hundir, es Él quien la conduce… Amar a la Iglesia significa también tener el coraje de tomar decisiones difíciles, sufridas, teniendo siempre el horizonte del bien de la Iglesia y no del propio bien” (discurso en su última audiencia, el 27 de febrero del 2013)

                Benedicto XVI tuvo “el valor de aceptar despojarse de todo, después de haber ocupado el centro de la atención”. Así lo expresó el filósofo Remi Brague. Se podría decir que él “dejó el lugar” (el espacio) para dar otra vida a la Iglesia, testimoniando así por este acto de fe, que él no posee lo que Dios le confió para y por un servicio, una misión. Con esta luz, todas nosotras podemos revisar dónde estamos en nuestra libertad, o falta de libertad, en el servicio o la misión que nos es confiada hoy en la fraternidad, cuando la recibimos o cuando somos llamadas a entregarlo y “dejar el lugar”…


El 13 de marzo: elección del Papa Francisco, jesuita de Argentina, que suscita una gran esperanza y aporta un soplo radicalmente nuevo a la Iglesia. Por primera vez en la historia un Papa latino americano! Necesitamos más tiempo para darnos cuenta del paso inmenso que hizo la Iglesia con esta elección, y también para medir todas las consecuencias.  Estamos maravilladas y llenas de agradecimiento y de una nueva esperanza que nos compromete… Su nombre, Francisco, contiene también todo su programa! La reacción cálida y positiva frente a su persona tan sencilla, profunda y directa está ciertamente vinculada con la grave crisis reciente que debilitó y afectó la credibilidad de la Iglesia, sobretodo en Occidente. Todas y todos necesitábamos una palabra nueva, sentir y ver los gestos de este hombre que conoce a los pobres y los ama, que él mismo se presenta con humildad… En su homilía en la Misa del 19 de marzo, dando inicio a su ministerio, recibimos junto con otras cosas, una invitación a: “cuidar, custodiar a la creación, cuidarnos unos a otros, custodiar sobretodo a las personas que están en la periferia de nuestro corazón. Pero para “custodiar” debemos también tener cuidado de nosotros mismos! Recordemos que el odio, la envidia, el orgullo, ensucian la vida! Custodiar entonces quiere decir vigilar nuestros sentimientos, nuestro corazón porque es de allí que salen las intenciones buenas o malas, las que construyen o destruyen… El hecho de cuidar, custodiar, requiere bondad y vivirlo con ternura. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura!”

            “Custodiamos” estas  palabras de Benedicto XVI y del Papa Francisco en nuestro corazón. Palabras que nos alcanzan e iluminan en nuestro camino porque son expresión de una fe vivida, encarnada en gestos y decisiones concretas y por eso tienen una fuerte autoridad moral.

            Nosotras nos comprometemos a rezar por el Papa Francisco, como él mismo pide con tanta insistencia, y por esta etapa de la vida de la Iglesia que se inicia con él con muchos desafíos a afrontar.

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