hace poco, tuvimos nuestro Capitulo General con el tema: "Hoy en el mundo, dar razòn de la Esperanza"
La comunidad del Capitulo se ha encontrado, releído su propia historia y vivido un momento de conversión y re-orientación... ademàs de elegir su nuevo equipo y la nueva responsable general...
Agradecemos hta Gertrud Veronika por su
tiempo de servicio y acogemos
hta Maria Chiara...
A continuaciòn, les compartimos algo de la introducción a las conclusiones del capitulo...
Para transmitir un Capítulo, más que
de palabras se necesita un espíritu...
De todos los continentes, de todas nuestras
situaciones tan diferenciadas, ha brotado espontáneamente en nosotras una sola
palabra: Belén... una Tierra y una Carne que nos resultan tan familiares y que
expresan con tanta fuerza este tiempo de fragilidad: la de la Fraternidad, la
de cada una de nosotras, la del mundo y de la Iglesia.
Belén, un don para nuestro tiempo presente.
No como promesa de un futuro fácil, ni como confianza ingenua en los progresos
humanos sino como una fuerza que brota de la fuente de la Vida. Entonces
podremos vivir con las situaciones humanas inacabadas, las tensiones y
contradicciones sin solución, las diferentes etapas de nacimiento o de muerte,
todo tipo de búsquedas apasionantes como expresiones del único misterio de la
Vida. Y podremos vivirlo con un amor confiado y ardiente por Jesús y por
nuestro mundo, sin miedo de ser – y serlo cada vez más – esas personas pobres
llamadas por Dios...
La hermanita Jeanne me había dicho en
Touggourt, cuando celebrábamos los 70 años de la Fraternidad: “En nuestro
tiempo, nosotras encontramos las palabras para decirlo... ahora les toca a
ustedes encontrarlas...”. Encontremos las palabras para decir hoy Belén,
la dulce luz de una Tierra y de un Niño.
Hermanita María Chiara de Jesús
También y sobretodo
nos hemos interrogado sobre la autenticidad de nuestra vida contemplativa en el
mundo, desde los inicios hasta el final de nuestra vida; sobre lo que es
esencial para nosotras hoy, sobre lo que atraviesa todas nuestras realidades
uniéndolas, iluminándolas y dándoles sentido.
Nuestra vida contemplativa es una mirada
amplia y profunda sobre la realidad, una mirada que encuentra razones de
esperar cuando esas razones están fuera de todos nuestros cálculos de
razonamiento. Esto marca nuestra oración y nuestra búsqueda de Dios desde los
entusiasmos del comienzo, a través de todos los desiertos que Dios permite,
para llegar al final despojadas al encuentro cara a cara con Él.
Este Capítulo nos ha conducido hacia Belén.
¿Por qué? Ha crecido en nosotras la conciencia de nuestra propia fragilidad y
ella nos pone en comunión con la realidad más profunda de nuestro mundo. Las
jóvenes y las ancianas también caminamos en una tierra común incierta y de poca
estabilidad. Juntas buscamos el camino en diálogo entre las generaciones, con
nuestras múltiples expresiones de idiomas y culturas.
¿Habrá para nosotras una palabra nueva que
podamos decir sobre Belén? Debemos buscarla juntas. Hemos sentido la rica
diversidad de nuestras experiencias que no pueden ser comparadas. En nuestra historia,
Belén se ha traducido en grandes audacias. El Niño Jesús conducía a la
hermanita Magdeleine, dejémosle hoy que nos conduzca en las circunstancias
concretas de nuestra vida. En las opciones de nuevas fundaciones o de cerrar
fraternidades, de lo que se trata siempre es de un acto de confianza y de
abandono, de un riesgo asumido o de un desprendimiento vivido por amor hacia
Aquel que es y sigue siendo la única razón de nuestra existencia.
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